Había una vez un niño que era muy feliz, , aunque no tenía muchos juguetes ni dinero. Él decía que lo que le hacía feliz era hacer cosas por los demás, y que eso le daba una sensación genial en su interior. Pero realmente nadie le creía, y pensaban que no andaba muy bien de la cabeza. Dedicaba todo el día a ayudar a los demás, a dar limosna y ayuda a los más pobres, a cuidar de los animales, y raras veces hacía nada para sí mismo.
Un día conoció a un famoso médico al que extrañó tanto su caso, que decidió investigarlo, y con un complejo sistema de cámaras y tubos, pudo grabar lo que ocurría en su interior. Lo que descubrieron fue sorprendente: cada vez que hacía algo bueno, un millar de angelitos diminutos aparecían para hacerle cosquillas justo en el corazón.
Aquello explicó la felicidad del niño, pero el médico siguió estudiando hasta descubrir que todos tenemos ese millar de angelitos en nuestro interior. La pena es que como hacemos tan pocas cosas buenas, andan todos aburridos haciendo el vago.
Y así se descubrió en qué consiste la felicidad, y gracias a ese niño todos sabemos qué hay que hacer para llegar a sentir cosquillitas en el corazón.
A veces tu alegría es la fuente de tu sonrisa, pero a veces tu sonrisa es la fuente de tu alegría
miércoles, 30 de noviembre de 2011
Otoño
Era un gran árbol lleno de hojas, hasta un día, en que apareció un gran viento que comenzó a soplar y soplar. Las hojas iban cayendo al suelo una tras otras. Unas se llenaban de barro, otras las pisaban los niños, y otras iban a parar a la basura cuando las recogía el barrendero.
Había en lo alto de una ramita dos hojas que lloraban porque no querían caer al suelo. No querían llenarse de barro, que los niños las pisaran o que las echaran a la basura. Cada vez que venía el viento se movían pero se agarraban con su rabito muy fuerte a la rama del árbol. De pronto dijo la más pequeñita: "tengo una idea, mira aquel pájaro que vuela por el cielo, por qué no esperamos que venga un granviento y volamos como él". A la otra hoja le pareció una estupenda idea. Cuando sopló un gran viento las dos hojas soltaron su rabito de la rama del árbol y volaron por el aire, muy alto, muy alto, hasta desaparecer junto a los pájaros del cielo.
Había en lo alto de una ramita dos hojas que lloraban porque no querían caer al suelo. No querían llenarse de barro, que los niños las pisaran o que las echaran a la basura. Cada vez que venía el viento se movían pero se agarraban con su rabito muy fuerte a la rama del árbol. De pronto dijo la más pequeñita: "tengo una idea, mira aquel pájaro que vuela por el cielo, por qué no esperamos que venga un granviento y volamos como él". A la otra hoja le pareció una estupenda idea. Cuando sopló un gran viento las dos hojas soltaron su rabito de la rama del árbol y volaron por el aire, muy alto, muy alto, hasta desaparecer junto a los pájaros del cielo.
¿Sueño o realidad?
Había una vez un niño que se llamaba Pablo. Era un niño normal, aunque no del todo. El no dormía. Nunca dormía. Y por su culpa, llamamos Ilusiones a los sueños y sueños a las ilusiones.
Antiguamente, las ilusiones sólo las teníamos estando despiertos y los sueños mientras dormíamos.
Pero sucedió una gran tragedia.
Como Pablo no dormía nunca, el Sueño estaba enfadado. Todas las noches, se quedaba a vigilar al lado de la cama del niño, esperando que diera una cabezadita y poder meterse dentro de él. Pero pasaban los días y el niño no se rendía jamás. La Ilusión veía a Sueño a través de los ojos de Pablo y se mofaba de él.
-Soy más fuerte que tú, Sueño. Vete a buscar otro niño.
-No me moveré de aquí. Finalmente tendrá que dormir y entonces me apropiaré de él y no te volveré a dejar entrar.
Pasaba el tiempo y el sueño seguía expectante, vigilando a Pablo día y noche. Hasta que un día, ocurrió. La gran tragedia.
La Ilusión, cansada de haber trabajado mucho ese día, decidió sacar la cabezita para respirar un poco de aire fresco, y el Sueño, que estaba alerta, la vió. Sin pararse a pensar, la cogió por los pelos, y tirando de ella, la sacó del cuerpo de Pablo, quedando éste dormido al instante.
Cuando se liberó de la mano del Sueño. la Ilusión ya no pudo volver a entrar, porque dormía profundamente.
-¡¡¡¡Ríete ahora, Ilusión tonta, ríete!!!! Ahora me toca a mí.- Y se abalanzó sobre el niño. Pero la Ilusión, furiosa, se interpuso entre ellos y cogiendo al Sueño, se embarcaron en una feroz pelea.
Cada golpe que daba uno, era devuelto por el otro. Todo estaba muy igualado. Cualquiera de los dos podía ser el vencedor. Entonces, los golpes comenzaron a encrudecerse y de repente, debido a esos golpes, la Ilusión y el Sueño, mucho más frágiles de lo que ellos mismos pensaban, comenzaron a despedir diminutas estrellitas de colores. Millones de estrellas con luces brillantes. Después. destellos de luces fluorescentes. Cada vez más estrellitas, más luminosas, más resplandecientes. Y poco a poco el Sueño y la Ilusión se fueron deshaciendo, convirtiéndose en destellos luminosos y mezclándose, sin remedio, por los siglos de los siglos.
Desde ese día, confundimos el Sueño con la Ilusión. Soñamos estando despiertos y soñamos con nuestras ilusiones.
-¿Y tù? ¿Sabes cuando lo que tienes es un sueño o cuando una ilusión?
Porque yo, aún, lo intento averiguar.
Antiguamente, las ilusiones sólo las teníamos estando despiertos y los sueños mientras dormíamos.
Pero sucedió una gran tragedia.
Como Pablo no dormía nunca, el Sueño estaba enfadado. Todas las noches, se quedaba a vigilar al lado de la cama del niño, esperando que diera una cabezadita y poder meterse dentro de él. Pero pasaban los días y el niño no se rendía jamás. La Ilusión veía a Sueño a través de los ojos de Pablo y se mofaba de él.
-Soy más fuerte que tú, Sueño. Vete a buscar otro niño.
-No me moveré de aquí. Finalmente tendrá que dormir y entonces me apropiaré de él y no te volveré a dejar entrar.
Pasaba el tiempo y el sueño seguía expectante, vigilando a Pablo día y noche. Hasta que un día, ocurrió. La gran tragedia.
La Ilusión, cansada de haber trabajado mucho ese día, decidió sacar la cabezita para respirar un poco de aire fresco, y el Sueño, que estaba alerta, la vió. Sin pararse a pensar, la cogió por los pelos, y tirando de ella, la sacó del cuerpo de Pablo, quedando éste dormido al instante.
Cuando se liberó de la mano del Sueño. la Ilusión ya no pudo volver a entrar, porque dormía profundamente.
-¡¡¡¡Ríete ahora, Ilusión tonta, ríete!!!! Ahora me toca a mí.- Y se abalanzó sobre el niño. Pero la Ilusión, furiosa, se interpuso entre ellos y cogiendo al Sueño, se embarcaron en una feroz pelea.
Cada golpe que daba uno, era devuelto por el otro. Todo estaba muy igualado. Cualquiera de los dos podía ser el vencedor. Entonces, los golpes comenzaron a encrudecerse y de repente, debido a esos golpes, la Ilusión y el Sueño, mucho más frágiles de lo que ellos mismos pensaban, comenzaron a despedir diminutas estrellitas de colores. Millones de estrellas con luces brillantes. Después. destellos de luces fluorescentes. Cada vez más estrellitas, más luminosas, más resplandecientes. Y poco a poco el Sueño y la Ilusión se fueron deshaciendo, convirtiéndose en destellos luminosos y mezclándose, sin remedio, por los siglos de los siglos.
Desde ese día, confundimos el Sueño con la Ilusión. Soñamos estando despiertos y soñamos con nuestras ilusiones.
-¿Y tù? ¿Sabes cuando lo que tienes es un sueño o cuando una ilusión?
Porque yo, aún, lo intento averiguar.
domingo, 13 de noviembre de 2011
Intantes
Esta vida es una pista deslizante como el hielo
así que cuida tu velocidad
deberás abrir los ojos para estar siempre despierto
ante lo que te pueda pasar
Y pasaran mas de mil años y desapareceremos
pero algo nunca va a cambiar
mientras sigamos viviendo dominados por el miedo
y no lo sepamos enfrentar
Coro
Yo... cuando no me creo capaz
me acuerdo de los días que dejamos atrás
es lo que me sirve para hacerme más fuerte
y llegar al final
Coro
Porque la vida son instantes
que se cruzan en el tiempo
la locura más brillante
puede estar ocurriendo
porque dándole la vuelta
al peor de los momentos
abriremos nuevas puertas
que nos lleven hasta el cielo
Que la vida es una pista deslizante como el hielo
así que cuida tu velocidad
deberás abrir los ojos para estar siempre despierto
ante lo que te pueda pasar
Yo... cuando no me creo capaz
me acuerdo de los días que dejamos atrás
es lo que me sirve para hacerme más fuerte
y llegar al final, oh no
Y si algo puede hacerme crecer
es cuando caigo y vuelvo a levantarme otra vez
es lo que me sirve para hacerme más fuerte
y sentirme bien
Repite coro
Que la vida son instantes
que se cruzan en el tiempo
la locura más brillante
puede estar ocurriendo
porque dándole la vuelta
al peor de los momentos
abriremos nuevas puertas
que nos lleven hasta el cielo
jueves, 10 de noviembre de 2011
Pensar
Pensar es sólo distraerse de la realidad
Muy distinto es no decir lo que se piensa que no pensar lo que se dice.
Hay que sentir el pensamiento y pensar el sentimiento.
No es necesario decir todo lo que se piensa, lo que si es necesario es pensar todo lo que se dice.
Deja de pensar en la vida y resuélvete a vivirla.
Si no vivimos como pensamos, pronto empezaremos a pensar como vivimos.
Se disfruta más haciendo disfrutar a otros. Debería pensar más en la felicidad que es capaz de causar.
Pensar es sólo distraerse de la realidad
Muy distinto es no decir lo que se piensa que no pensar lo que se dice.
Hay que sentir el pensamiento y pensar el sentimiento.
No es necesario decir todo lo que se piensa, lo que si es necesario es pensar todo lo que se dice.
Deja de pensar en la vida y resuélvete a vivirla.
Si no vivimos como pensamos, pronto empezaremos a pensar como vivimos.
Se disfruta más haciendo disfrutar a otros. Debería pensar más en la felicidad que es capaz de causar.
Pensar es sólo distraerse de la realidad
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